sábado, 3 de abril de 2010

Día 6. El Burgo Ranero - Rabanal del Camino. Yo abandono en León

Hoy nos hemos levantado SIN VIENTO POR FÍN, pero yo ya estaba exhausto por los días anteriores. Nada más levantarme me dio un tirón en la espalda que por suerte no me molestaba sobre la bici. Las rodillas de Oscar y mias aquejan ya el desgaste y ambos estamos doloridos.

Didac se pone a tirar como una locomotora desde el primer momento y podemos tirar a su rebufo a unos cómodos 25 km/h. Nada que ver con los 7-9 km/h de los días anteriores. Yo aunque en ese momento estaba bien ya estaba pensando en dejarlo en León si había buena combinación de autobuses o trenes, pero poco después de las fotos de Mansilla de Mulas me dió un tirón la rodilla que me impedía pedalear y confirmó mi abandono fuesen como fuesen las condiciones.

Señores, no puedo más. Ya se que el camino es sufrimiento y tal, y tal.. pero esto es demasiado. No tengo ni ánimos, ni fuerzas para seguir. Me vuelvo a casa a descansar porque mi salud y bienestar están por encima del Santo Santiago. El martes soportaré las risas del Isleño mejor que un día más en el Camino.

Didac, Oscar y yo nos despedimos en León sobre las 12:30 h. Ellos siguieron hacia Santiago y yo me quedé preparando mi vuelta a casa, que tampoco fue un camino de rosas precisamente, pero eso ya lo contaré.

Oscar y Didac llegarón hasta Astorga, justo antes de comenzar la subida a la cruz de hierro. Mañana es un día duro.

Os pongo ahora la cronica que me han enviado ellos:

Salimos a las 9:30 horas. Por desgracia Toni tubo que abandonar. Seguimos la ruta Oscar y Dídac. Llegamos a Astorga donde nos comimos unas empanadillas de pollo y de atún que paqué. Conocimos unos compañeros que estaban haciendo la Ruta de la Plata. Después de las empanadillas, a tirar millas. La verdad que Astorga tiene mucho por ver, nos gustó y repetiremos con más calma, porque ese día queríamos llegar al Albergue Nuestra Señora del Pilar en Rabanal del Camino, no tiene desperdicio, lo recomendamos a todo el mundo. Nada más llegar nos atendió el hospitalero llamado "Lobo". Una persona muy interesante y peculiar, vió que estábamos cansados de la etapa y nos puso la mano en el hombro pellizcándonos la clavícula levemente, la verdad es que sentías un cosquilleo que no sabemos porqué pero era reparador, alucinante... Nos explicó todas sus batallitas de diferentes caminos que había hecho, es holandés y entre 60 - 70 años. Cenamos junto con más gente en el mismo albergue y como anécdota una pareja austríaca muy muy borrachos, ya que se jincaron un rioja entre pecho y espalda, que durmieron como angelitos, ellos sí que saben, porque nosotros, dormir lo que se dice dormir, no pegamos ojo en toda la noche, pero no cambiamos ese albergue por un hotel, lo dicho, es visita obligada para cualquier bicigrino. Finalizamos la etapa a las 19:30 horas.

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